jueves, 20 de enero de 2011

MEDITACIÓN POSTRERA (1982)


A la memoria de Cesc Aldea (1957-1982)


Yo arrebaté aquel árbol a la tierra y le otorgué función y forma nuevas. Ya sin vida, jamás azar alguno reunirá lo que ahora son despojos: fragmentos astillados que se esparcen, inermes, en la cresta de las olas.

Azul y negro, el mar, azul y blanco, bajo la helada luz de los astros.

Allí donde las olas son flagelo, imagino a los hoscos confinados. Unos, ensimismados, ponen todo su empeño en la quimera más estéril. Otros, mezquinos, saben y en silencio celebran el fracaso del que huía, como ellos prisionero. Pero a nadie condeno, pues ahora me subyuga la calma liviandad en que reposo.

Enmudezco… Jamás azar alguno volverá a concebir el cuerpo inerte en que ya mi conciencia se disipa.

Azul y negro, el mar, azul y blanco, bajo la helada luz de los astros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario