El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 22 de julio de 2014

LA VORÁGINE (2014)




Ciudad, correteo por tus calles,
inmerso sin pausa en la rutina.

Me prometiste todos los goces,
pero hundido en el fracaso agoto
tus auroras viscosas de plomo,
la angustia del insomnio en tus noches
tu polvo, tu mugre y el aire acre
que emana de mis sueños en ruinas.

Ciudad, me devora tu vorágine.


¡Qué fatigosa y lenta agonía!

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