Artur Mas i Felip Puig acompañados de Macià Alavedra, destacado
dirigente de CiU implicado en un caso de corrupción urbanística.
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Hace unas semanas el ciudadano Jordi Pujol
hizo una declaraciones al Diari de
Terrassa. Una de las cosas que dijo —en relación con la adhesión de España
a la unión monetaria de la Unión Europea el año 1992— es esta: «Los alemanes ya
me lo advirtieron. Nos da miedo una cosa, me dijo Teo Waigel, que era ministro
de Hacienda alemán, ustedes no son serios. Y tenía razón». Y cuánta razón tiene
también Jordi Pujol cuando dice que tenía razón. Sabe perfectamente que no
somos serios, en España, lo sabe de primera mano, al menos en lo que Cataluña
se refiere.
¿En qué país serio una persona a quien se
acusa de falsear el balance de un banco, de asignar grandes sobresueldos a los
consejeros del banco cuando se tienen grandes pérdidas, de realizar inversiones
irregulares y de ser responsable de «una gestión imprudente e incluso
desastrosa» —en palabras de la Audiencia de Barcelona—, de repartir beneficios
supuestos entre los accionistas cuando en realidad se sufre un gran déficit...
en lugar de dimitir de sus cargos políticos y ponerse a disposición de la
justicia, se esconde detrás de la bandera nacional y se presenta con éxito como
víctima de una conspiración?
¿En qué país serio es posible que los
medios de comunicación digan que no se quiere pagar el peaje en las autopistas
catalanas porque el dinero viajará a Madrid, cuando saben perfectamente que la
mayoría de las autopistas de pago catalanas fueron promovidas por el gobierno
de Jordi Pujol y que sus beneficios van a parar a la caja de Abertis, una
empresa propiedad de La Caixa, que tiene por presidente a un hombre muy pero
que muy próximo a la flor convergente?
¿En qué país serio un partido que se llena
la boca de soberanismo e independentismo permite que su máximo dirigente,
cuando llega al gobierno, nombre consejera de Justicia a una persona que
comparó las consultas populares sobre la independencia de Cataluña con los
homenajes a terroristas vascos?
¿En qué país serio la televisión
controlada por un partido que ha eliminado los impuestos de sucesiones y
patrimonios de las rentas más elevadas, mientras cierra o deteriora hospitales
y escuelas públicas, tiene el cinismo de organizar una maratón contra la
pobreza?
¿En qué país serio se descubre que la
vicepresidenta del gobierno ha mentido sobre su nivel académico —decía que era
licenciada y en realidad no había acabado la carrera— y no dimite
inmediatamente ni es destituida?
¿En qué país serio un gobierno que
constantemente nos recuerda que «Madrid nos roba» 20.000 millones de euros,
tolera y encubre que el fraude fiscal de los empresarios evasores fiscales
catalanes es de 16.000 millones?
¿Y qué decir del caso Millet-Palau de la
Música? ¿Es propio de un país serio que un partido sea acusado de financiarse
gracias a una trama corrupta y que al fundador de este partido tan sólo se le
ocurra decir a un medio de comunicación, en tono amenazador, que es mejor
olvidar el tema porque si se remueve «todos oleremos un poco mal»?
Tiene mucha razón el ciudadano Pujol, no
vivimos en un país serio, más bien parece que vivimos en un país gobernado por chapuceros y mangantes con la complicidad de un pueblo que, en gran medida, ¡calla
y lo permite!
(Versión en castellano de un texto publicado
en Catalunya-Papers, julio de 2012.)
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