El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


lunes, 10 de septiembre de 2012

NO, SINO… (2012)





No la fresca penumbra del alba entrevista entre sueño y vigilia, no, sino aquella luz macilenta de un supermercado para pobres abierto de madrugada o esa luz lívida de una barbería sórdida hundida en un barrio perdido o esta otra luz petrificada de donde decoran los cadáveres antes de exponerlos a los susurros y las sombras.

No el reflejo centelleante del sol poniente sobre las ondas del mar, no, sino aquel reflejo de un foco mortecino sobre el suelo viscoso de un aparcamiento o ese reflejo caliginoso sobre un estanque de humores pútridos o este otro reflejo de una sombra plomiza posándose implacable sobre las pupilas dilatadas de una bestia agonizante.

No la ilusión y el instante eterno, no, sino…





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