El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 18 de diciembre de 2018

LLUM DE LA SELVA [LUZ DE LA SELVA], UNA FILOSOFÍA DE LA VIDA (2018)


Llum de la Selva al Jardí de l'Amistat

LLUM DE LA SELVA, UNA FILOSOFÍA DE LA VIDA
El sociocentrismo es la creencia por parte de alguien de la superioridad moral de un grupo —al que pertenece— sobre otros grupos o sobre la ciudadanía en general a causa de sus presupuestos ideológicos. Para los sociocentristas queda fuera de toda duda que sus valores y costumbres son los únicos buenos y que todos los demás son intrínsecamente malos y execrables, y que hay que combatirlos hasta la erradicación. Exactamente así, sin matices.
El problema es que, aunque una ideología pueda tener realmente más rasgos provechosos que otras, si buena parte de sus seguidores acaban por adoptar una actitud de superioridad moral, la querrán inmutable y de esta manera, a largo plazo, no sólo la empobrecerán y petrificaran, sino que invalidarán en la práctica aquello que pueda aportar de bueno e incluso la harán derivar hacia un extremo opuesto. Un ejemplo de este fenómeno sería la divergencia entre dos actitudes procedentes de un mismo origen: la filosofía cristiana de la vida de un Francisco de Asís y la doctrina católica de un Tomás de Torquemada.
Semejante en cierto modo a Francisco de Asís fue Llum de la Selva [Luz de la Selva] (1877-1983), un librepensador, naturista, ecologista, vegetariano, feminista, animalista, no-violento y teósofo nacido en Barcelona. Sus padres adoptivos, jornaleros de la tierra que lo encontraron abandonado, murieron prematuramente y a los seis años tuvo que hacer trabajos del campo hasta los 14 años, cuando empezó a trabajar como estibador en el puerto. Allí conoció las ideas anarquistas que le llevaron en 1898 a integrarse a unas comunidades agrícolas de un cristianismo primitivo y libertario constituidas a imagen de las comunidades de los «doukhobors» rusos y nacidas bajo la protección de Lev Tolstói gracias a la mediación de Federico Urales. A partir de este momento ya lo largo de varias décadas participó en diversas iniciativas, asociaciones y revistas naturistas, libertarias y teosóficas; colaboró con pedagogos como Francisco Ferrer y Guardia y Albano Rosell; y promovió la fundación de las Comunidades de Espíritus Libres, la Asociación Protectora de Animales y Plantas y la Escuela de Trofoterapia.
Hacia el 1927 se trasladó a Sabadell y en 1932 compró con su compañera un terreno en Can Rull que convirtió en huerto y en escuela de naturosofia, abiertos a todos, sin linderos, bautizado como el Jardín de la Amistad. Allí vivió cerca de 50 años, sin abandonarlo casi nunca, rechazando el dinero, la electricidad y las máquinas, autosuficiente, comiendo sólo los frutos que obtenía de su huerto, siempre crudos —como hacía desde los diecisiete años—, y excepcionalmente, hacia el final de su vida, un poco de pan y queso que conseguía por intercambio.
Después de la posguerra, cuando incluso fueron perseguidas unas familias que se habían establecido en Can Rull y Ca n'Oriac y que seguían su ejemplo, quedó aislado, pero a mediados de la década de 1950 comenzó a recibir a numerosos visitantes que querían conocer su filosofía de la vida: inmigrantes recién llegados al barrio, monjes de creencias occidentales y orientales, jóvenes con inquietudes, viejos naturistas y personajes de renombre internacional como Lanza del Vasto, discípulo de Gandhi, y otros más conocidos en ámbitos locales como, por ejemplo, los egarenses «los Suris».
En 1980, fallecida su compañera, superados ya los 100 años y con su Jardín de la Amistad rodeado de bloques de pisos, unos amigos naturistas lo acogieron en la Galera (Montsià), donde murió plácidamente. No se le pudo dar de baja en el Registro Civil, ya que nunca había constado.
Dicen quienes lo trataron que era un hombre alegre y bondadoso, nada engreído, que no daba lecciones, que era poco amigo de grandes discursos y mucho de escuchar y dialogar con sus interlocutores.
Fue un hombre tan perfectamente humano con su filosofía de la vida que no cayó nunca en la rigidez dogmática. A pesar de ser vegetariano frugívoro, en alguna ocasión comió queso y harina elaborada; a pesar de ser animalista llevaba trajes de lana y cinturón de cuero, y en su juventud utilizó durante un tiempo una mula para cultivar la tierra ...
Los dogmáticos, rígidos y soberbios, además de provocar reactancia psicológica, son gente tóxica para los demás y para sí mismos. Por suerte la pluralidad acaba siempre imponiéndose y la vida humana se sigue desarrollando de manera dinámica mientras nosotros nos enfrentamos de manera creativa a su complejidad, los grandes conflictos entre naturaleza y cultura.
Jorge F. Fernández Figueras


Versión en castellano de un texto publicado 
en Diari de Terrassa, 7 de noviembre de 2018

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