En esta mañana de otoño, de luz dulce y velada, la lluvia cae con suavidad sobre mi rostro y hay una tibieza en el aire que invita al renacimiento.
Mi cuerpo no siente fatiga alguna, se halla en plenitud, lo advierto fluido y poderoso.
Sin embargo… Precisamente por eso… Un impulso surge brusco desde lo profundo de las entrañas, buscando satisfacción para el deseo.
¡Qué nostalgia de cuerpos que se entrelazan, desenlazan y ensamblan!
¡Qué remembranza de juegos de caricias y fuegos artificiales!
¡Qué recuerdo de suspiros, sabores y orgasmos!
Nostalgia, remembranzas, recuerdos. ¿Eso es todo cuanto me queda?
Cae sobre mí la sombra: la luz perlada se torna plomiza, la lluvia apacible se me atormenta y el aire tibio se convierte en ventisca gélida.
¡Qué añoranza otoñal de primavera!
Cae sobre mí la sombra: la luz perlada se torna plomiza, la lluvia apacible se me atormenta y el aire tibio se convierte en ventisca gélida.
¡Qué añoranza otoñal de primavera!
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