El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


lunes, 8 de octubre de 2012

DESPOSEERME (2012)



Fotografia realizada por Spencer Tunick.


Será preciso volverse débil, entregarse de manera seductora, con humildad y ternura, no con el mérito de la virtud, sino sin esfuerzo, con la espontaneidad de un acto aprehendido, enraizado en mi forma de vida.

Seducir, pero no con la voluntad, sino con la sencillez de las actitudes de una naturaleza adquirida, sin desearlo.

Será necesario dejar de pagar el alto precio de la ambición y el orgullo pues, cuanto más se posee por la fuerza o el engaño, mayor es nuestra pobreza.

Seducir, sí, pero como forma de entrega que no de conquista. Cautivar, sí, pero sin dejar huella.


Será imprescindible que comience a desposeerme, a ser sin pertenecerme.

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