José Cara Cortés se explica
José Cara Cortés dice:
—¡La corrupción es inevitable!
Se pone de puntillas, se sube los pantalones, se acomoda el paquete y me apunta con el dedo:
—Un día te obsequian con una pluma de oro y… ¿qué vas a hacer? Devolverla sería de muy mala educación. Luego van cayendo más cosas, y no vas a decir que sí a unas y a otras que no.
Sí, así van cayendo las migajas de la mesa de los poderosos. Así, hasta conseguir la casita de campo en Matadepera.
Descanse en paz mosén Pepito, descanse en la paz y el silencio de los escaños, que la ademocracia es la más hábil de las tiranías.
Severo Paniaguado
Severo Paniaguado dice:
—Preciso que, en esta ocasión, pese a mi formación científica, voy a hablar como simple espectador, pero eso sí, espectador objetivo y crítico.
Silencio expectante en el patio de butacas.
—Podemos matizar que, efectivamente, algunos aspectos de nuestro presente social pueden y han de ser mejorados, pero en general, pese a las percepciones subjetivas que empañan la visión de quienes podemos diagnosticar como profesionales del negativismo, en general, repito, podemos afirmar rotundamente que nuestro presente es esperanzador, que todo va bien y que en cualquier futuro irá mejor.
Se detiene el tiempo justo para que su público respire aliviado y se sienta en paz. Prosigue hierático:
—Quienes se obstinan en el negativismo imprimen de esa cualidad todas sus acciones y contagian de su dolencia a quienes los rodean. Sin duda, con una terapia adecuada podrían sanar e integrarse en la fuerza de progreso constituida por quienes actuamos bajo las coordenadas del objetivismo y la crítica constructiva.
Concluye:
—Si alguno de ustedes desea formular alguna pregunta o solicitar alguna aclaración…
Se sucede entonces una retahíla de adhesiones y confesiones autocríticas que concluye poco a poco en un corrillo de catecúmenos que luchan entre sí por atraer en exclusiva la atención del maestro.
Justo Delicado
—La comprendo, créame usted que la comprendo, pero no soy yo quien ha creado las reglas del juego. En nuestra empresa, en cualquier empresa, nadie es imprescindible y el puesto de trabajo hay que ganárselo día a día.
A través del auricular se oye la voz de una mujer. Por el tono y el volumen podríamos calificar de persona indignada a su propietaria.
—Sí, sí, de acuerdo, su rendimiento era satisfactorio, no se lo voy a negar, pero usted comprenderá que si podía substituirla por dos jóvenes que cobrarán entre ambas la mitad de su paga y que, además, poseen una formación académica de la cual usted carece, no iba a desperdiciar la oportunidad.
Nuestro ejecutivo vuelve a escuchar las invectivas de su interlocutora y, entre tanto, respira hondo y eleva las cejas cuando no mueve la cabeza de derecha a izquierda con un gesto de santa paciencia.
—La entiendo perfectamente y además, para su información, le diré que conocía perfectamente todos esos factores cuando tomé la decisión de rescindir su vínculo con nuestra empresa. Sabía de su reciente divorcio, de que tiene a su cargo a su madre y a un hijo, así como de la hipoteca que tuvo que suscribir para hacer frente a la compra de una nueva vivienda... todo eso ya lo sabía, pues como gerente estoy obligado a conocer aquellas circunstancias de la vida privada de cualquiera de nuestros trabajadores que puedan afectar a su productividad, pero...
Pese a la lejanía, oímos perfectamente las voces cada vez más airadas de la interlocutora.
—¿Cómo? Eso no se lo permito. ¿Negrero? ¿Explotador? Me duele profundamente su actitud. Debo exigirle que modere su lenguaje o me veré obligado a cortar la comunicación. Posiblemente tiene usted toda la razón cuando afirma que la dejo tirada en el arroyo, pero eso no justifica esos insultos. Póngase en mi situación, es la ley del libre mercado...
Una frase breve restalla a través del auricular y Justo lo cuelga de manera brusca, con un gesto de desagrado en los labios.
—Jamás me habría imaginado tamaña grosería en boca de una persona a la que creía dotada de cierta educación. ¡Y además de un sexismo deleznable! Este mundo está podrido —se dice a sí mismo mientras se afloja un poco el nudo de la corbata.
Maravillas Pujanza habla claro
Maravillas Pujanza dice:
—A partir de esta premisa, la Ciudad del Infoconocimiento® es un proyecto de futuro, una apuesta decidida con liderazgo megapolitano que cuenta con la cooperación privada y se concreta en proyectos como el Plan Estratégico E1, una Nueva Calificación Urbanística para una Nueva Economía o la misma realidad de Metrópolis Dinámica que le aporta contenido.
«Eh, esto… ¿qué podemos contestarle, eh?»
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