Arnold Boecklin: «La isla de la muerte» (1880) |
Toda la
tristeza de este mundo
se halla en la
orilla,
tras el reflujo
de las aguas que dejan la playa.
Residuos, restos
de naufragios,
proyectos, propósitos, deseos,
ambiciones, ensueños, doctrinas,
empeños, objetivos, anhelos...
todos nos conducen al fracaso.
No hay final
feliz para la vida,
no hay lugar para la esperanza.
Así es, ¿lo desconocía acaso?
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