El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


sábado, 7 de abril de 2012

«LAS TASAS DE MOSKOWITZ». TRADUCCIÓN DE UN RELATO DE SEBASTIÀ ROIG (2000)


Vinyeta d'El Roto


LES TASES DE MOSKOWITZ

Segons consta en els annals de la biblioteca informàtica de Viena, tot va començar el 5 de juliol de 1996, quan Rabo Moskowitz —un financer nord-americà provinent del ram de la metal·lúrgia— va adquirir la patent mundial de la paraula cendra. Des d'aquell moment, Moskowitz va passar a exercir el control sobre aquesta paraula en qualsevol de les llengües i els dialectes del planeta.
Durant els primers mesos després de la compra, la gent va continuar fent-la servir, com si no hagués passat res. Però ben aviat l'equip jurídic de Moskowitz —emparant-se en la legalitat mes rigorosa— va gravar la utilització d'aquesta paraula, amb uns aranzels fortíssims. Així, per poder-la fer servir en públic, s'havia de pagar una quota anual. Els infractors de la llei eren penalitzats amb una multa considerable... Una ínfima part de la població mundial es va mostrar d'acord a pagar les taxes de Moskovitz. La resta es va dedicar a substituir aquesta paraula per circumloquis, sinònims o neologismes. Algunes persones, fins i tot, van esborrar del seu idiolecte el contingut semàntic que implicava aquesta.
No gaire després, el 27 de setembre de 1996, Moskowitz va anunciar la compra de les paraules martell, préssec i gespa; naturalment, també es van aplicar taxes per la seva utilització. Abans d'acabar l'any 96, dues empreses del Japó i una d'Alemanya es van introduir en el sector de mercat obert per Moskowitz. Les paraules estrep, complement, matrona, tràngol i el verb reviscolar també van passar a mans privades... A partir d'aquest moment, la competència es va disparar de manera desorbita­da. Càrtels i trusts de tot el món es van apoderar sense pietat de qualsevol combinació de fonemes, lexemes, morfemes i grafemes. D'aquesta manera, la humanitat es va tornar muda.


LAS TASAS DE MOSKOWITZ

Según consta en los anales de la biblioteca informática de Viena, todo empezó el 5 de julio de 1996, cuando Rabo Moskowitz ¾un financiero norteamericano procedente de la industria metalúrgica¾  adquirió la patente mundial de la palabra ceniza. Desde aquel momento, Moskowitz pasó a ejercer el control sobre esta palabra en cualquiera de las lenguas y los dialectos del planeta.
Durante los meses posteriores a la compra, la gente continuó utilizándola, como si nada hubiera cambiado, pero pronto el equipo jurídico de Moskowitz ¾amparándose en la legalidad más rigurosa¾ gravó la utilización de esta palabra con unos aranceles elevadísimos. Así, para poder utilizarla en público, debía pagarse una cuota anual. Los infractores de la ley eran sancionados con una multa considerable… Una mínima parte de la población mundial se mostró de acuerdo en pagar las tasas de Moskowitz. El resto se dedicó a substituir esa palabra por circunloquios, sinónimos o neologismos. Algunas personas, incluso, borraron de su habla el contenido semántico que implicaba ese término.
Poco tiempo después, el 27 de septiembre de 1996, Moskowitz anunció la compra de las palabras martillo, melocotón y césped; naturalmente, también se asignaron tasas para su utilización. Antes de concluir ese mismo año, dos empresas japonesas y una alemana se introdujeron en ese sector de mercado inaugurado por Moskowitz. Los nombres estribo, complemento, matrona, revuelo y el verbo reanimar también pasaron a manos privadas… A partir de aquel momento, la competencia se disparó de forma desorbitada. Cárteles y consorcios de todo el mundo se adueñaron sin piedad de cualquier combinación de fonemas, grafemas, morfemas y lexemas. De esta manera, la humanidad enmudeció.

Sebastià Roig

Relato extraído del libro de diversos autores Alt risc. Tretze contes d’humor negre: Barcelona, Laertes, 2000.


(Traducido al castellano por Jorge F. Fernández Figueras.)


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