El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


Mostrando entradas con la etiqueta Textos d'opinió de JFFF. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Textos d'opinió de JFFF. Mostrar todas las entradas

sábado, 18 de enero de 2020

PRESOS Y PRISIONES (2019)



PRESOS Y PRISIONES

¿Presos políticos? ¿Políticos presos? Este desacuerdo en la calificación de los independentistas catalanes encarcelados ha sido motivo de debate. Pero... ¿importa el orden de estas palabras? Para mí, en absoluto, porque la palabra fundamental de este par de expresiones —y sobre la que debemos centrar nuestra atención— es esta: presos.

Pensemos en los presos, en todos los presos, es decir, en personas privadas de libertad, separadas de manera forzada de sus familias, amistades y círculos sociales, personas a las que —bajo el pretexto de disuadirlas de cometer actos contrarios al bien común o de reeducarlas para reinsertarlas a la sociedad— se castiga de manera inhumana y se les produce un daño de difícil curación, tanto físico como psicológico.

Puede que alguien conciba la cárcel como una institución degradante cuando se encierra a unos políticos que, según su criterio, han sufrido un trato injusto, ¿pero no es cierto tal vez que una gran parte de los presos sociales también sufren un trato injusto, ya que son personas con discapacidades  intelectuales o psíquicas, o que proceden de familias desestructuradas o de contextos de pobreza y marginación? ¿No somos todos responsables, al menos en parte, que en nuestra sociedad no se haga nada o casi nada para evitar que estas personas cometan delitos? ¿Podemos aceptar de manera despreocupada la existencia de las cárceles hasta el día que afecte a un familiar o amigo nuestro? ¿Podemos seguir ignorando los problemas sociales que conlleva el capitalismo? ¿Si no hay justicia social, puede ser justa la Justicia?

¿Y qué decir de la situación de aquellas otras personas que se han equivocado una sola vez, que han cometido un primer delito en un momento de ofuscación? ¿Qué se debe hacer? ¿Recluirlas en un lugar que Piotr Kropotkin definió como la universidad del crimen, el lugar donde se mezclarán —quizás sólo a la espera de su primer juicio— con delincuentes expertos?

¿Qué hacer con y para las personas encarceladas? Hace muchos años un compañero de más edad me dijo: «Cuando triunfe el comunismo libertario, cuando desaparezca el sistema capitalista, desaparecerán las cárceles y nadie será preso en ellas». Por supuesto, ¿pero qué tenemos que hacer mientras tanto? ¿Debemos esperar de brazos cruzados a ese futuro impreciso?

Quizás haya quien crea que la cárcel es una institución degradante, pero necesaria e inevitable; pero en otras épocas también debían parecer necesarios e inevitables los suplicios como recibir azotes en público y a continuación ser paseado por las calles y escarnecido; las ejecuciones públicas en la hoguera, la horca o por decapitación ofrecidas como espectáculo; las mutilaciones y los desmembramientos; la exposición en lugares de paso de los cadáveres de los reos o de sus miembros descuartizados ... y, por fortuna, todas estas atrocidades han desaparecido en nuestras sociedades y nadie las echa de menos.

Creo que es posible plantearse un proceso de abolición de los encarcelamientos en que, en una primera etapa, se redujeran de forma progresiva los ámbitos delictivos que conllevan condenas de privación de libertad. Se podría empezar por los delitos contra el patrimonio y los socioeconómicos —que constituyen un tercio de todos los que se cometen en España— si a las personas condenadas se les aplicara como correctivo la realización tutelada de trabajos para el bien de la comunidad o de las personas victimizadas, una opción que podría ser realmente rehabilitadora si de manera paralela se ejecutaran políticas encaminadas a conseguir la disminución de las desigualdades sociales y un reparto justo de la riqueza.

Es cierto, sin embargo, que cuando estos delitos socioeconómicos los cometan especuladores o políticos y empresarios corruptos resultará más difícil conseguir su rehabilitación, ya que de ninguna manera podemos atribuir la motivación de su comportamiento delictivo a la necesidad, sino a la ausencia de valores éticos.

Un colectivo de personas encarceladas a quien en un buen número se podría evitar la privación de libertad sería el de las que tienen enfermedades mentales, en las  que la causa de su conducta conflictiva se encuentra en su trastorno mal tratado. Si se tiene en cuenta que el 10% de los presos del Estado tiene alguna afección mental, no resulta tan extraño pensar que se podría reducir su número si de manera previa fueran atendidos por un sistema sanitario público de calidad.

Y cuando se tratase de personas con comportamientos violentos que hayan derivado en delitos de lesiones o de violencia de género, para evitar reincidencias, se debería intentar corregir su comportamiento mediante una asistencia psicológica rehabilitadora, intensa e individualizada.

Está claro que hay ocasiones en que, por el contexto y la desmesura de un tipo de delito, podemos pensar que quienes lo cometen difícilmente pueden ser rehabilitados: genocidio, asesinato en serie, trata de seres humanos, agresión sexual reiterada, delito de lesiones agravado por alevosía y ensañamiento, terrorismo de Estado o violencia grave indiscriminada, crimen organizado ... naturalmente, ¿por qué negarlo? En estos casos, no parece existir una alternativa ni fácil ni inmediata, pero incluso así, ¿por qué no intentarlo?

Finalmente, sugiero un primer paso hacia la abolición de las cárceles que, por supuesto, sería el de la prevención mediante el refuerzo de la responsabilidad de las familias —sobre todo si se las liberase de la lacra de la explotación, la precariedad y las jornadas laborales extenuantes— en la educación en valores éticos de los menores, de la implicación en este mismo sentido de la gente del vecindario o del barrio y, sobre todo, con el compromiso de la Escuela, una institución que ahora mismo se proyecta cada vez más en función de los intereses de mercado que de las necesidades sociales e individuales.

Jordi F. Fernández Figueras

Versión en castellano de un texto publicado en 
Diari de Terrassa, 15 de enero de 2020, 
i en Catalunya, enero de 2020

jueves, 16 de enero de 2020

PRESOS I PRESONS (2019)


PRESOS I PRESONS

Presos polítics? Polítics presos? Aquest desacord en la qualificació dels independentistes catalans empresonats ha estat motiu de debat. Però ... importa l'ordre d'aquestes paraules? Per a mi, en absolut, perquè la paraula fonamental d'aquest parell d'expressions —i sobre la qual hem de centrar la nostra atenció— és aquesta: presos.
Pensem en els presos, en tots els presos, és a dir, en persones privades de llibertat, separades de manera forçada de les seves famílies, amistats i cercles socials, persones a qui —sota el pretext de dissuadir-les de cometre actes contraris al bé comú o de reeducar-les per reinserir-les a la societat— es castiga de manera inhumana i se'ls produeix un dany de difícil curació, tant físic com psicològic.
Pot ser que algú concebi la presó com una institució degradant quan s'hi tanca uns polítics que, segons el seu criteri, han sofert un tracte injust, però no és cert potser que una gran part dels presos socials també pateixen un tracte injust, ja que són persones amb discapacitats intel·lectuals o psíquiques, o que procedeixen de famílies desestructurades o de contextos de pobresa i marginació? No som tots responsables, almenys en part, que en la nostra societat no es faci res o gairebé res per evitar que aquestes persones cometin delictes? Podem acceptar de manera despreocupada l'existència de les presons fins al dia que afecti un nostre familiar o amic? Podem seguir ignorant els problemes socials que comporta el capitalisme? Si no hi ha justícia social, pot ser justa la Justícia?
I què dir de la situació d'aquelles altres persones que s'han equivocat un sol cop, que han comès un primer delicte en un moment d'ofuscació? Què se n'ha de fer? Recloure-les en un lloc que Piotr Kropotkin va definir com la universitat del crim, el lloc on es barrejaran —potser tan sols a l'espera del seu primer judici— amb delinqüents experts?
Què fer amb i per les persones empresonades? Fa molts anys un company més gran em va dir: «Quan triomfi el comunisme llibertari, quan desaparegui el sistema capitalista, desapareixeran les presons i ningú serà pres en elles». Per descomptat, però què hem de fer mentrestant? Hem d'esperar de braços creuats aquest futur imprecís?
Potser hi ha qui creu que la presó és una institució degradant, però necessària i inevitable; però en altres èpoques també devien semblar necessaris i inevitables els suplicis com ara rebre assots en públic i després ser passejat pels carrers i escarnit; les execucions públiques a la foguera, la forca o per decapitació ofertes com a espectacle; les mutilacions i els desmembraments; les exposicions en llocs de pas dels cadàvers dels reus o dels seus membres esquarterats... i, per fortuna, totes aquestes atrocitats han desaparegut en les nostres societats i ningú les troba a faltar.
Crec que és possible plantejar-se un procés d'abolició dels empresonaments en què, en una primera etapa, es reduïssin de forma progressiva els àmbits delictius que comporten condemnes de privació de llibertat. Es podria començar pels delictes contra el patrimoni i els socioeconòmics —que constitueixen un terç de tots els que es cometen a Espanya— si a les persones condemnades se'ls apliqués com a correctiu la realització tutelada de treballs per al bé de la comunitat o de les persones victimitzades, una opció que podria ser realment rehabilitadora si de manera paral·lela s'executessin polítiques encaminades a aconseguir la disminució de les desigualtats socials i un repartiment just de la riquesa.
Prou és veritat que quan aquests delictes socioeconòmics els cometen especuladors o polítics i empresaris corruptes resultarà més difícil aconseguir la seva rehabilitació, ja que de cap manera podem atribuir la motivació del seu comportament delictiu a la necessitat, sinó a l'absència de valors ètics.
Un col·lectiu de persones empresonades a qui en un bon nombre se'ls podria evitar la privació de llibertat seria el de les qui tenen malalties mentals, en què la causa de la seva conducta conflictiva es troba en el seu trastorn mal tractat. Si es té en compte que el 10% dels presos de l'Estat tenen alguna afecció mental, no resulta tan estrany pensar que se'n podria reduir el nombre si de manera prèvia fossin atesos per un sistema sanitari públic de qualitat.
I quan es tracti de persones amb comportaments violents que hagin derivat en delictes de lesions o de violència de gènere, per evitar reincidències, s'hauria d'intentar corregir-ne el comportament mitjançant una assistència psicològica rehabilitadora, intensa i individualitzada.
És clar que hi ha ocasions en què, pel context i la desmesura d'un tipus de delicte, podem pensar que els qui el cometen difícilment poden ser rehabilitats: genocidi, assassinat en sèrie, tracta d'éssers humans, agressió sexual reiterada, delicte de lesions agreujat per traïdoria i acarnissament, terrorisme d'Estat o violència greu indiscriminada, crim organitzat...naturalment, per què negar-ho? En aquests casos, no sembla haver-hi alternativa ni fàcil ni immediata, però fins i tot així, per què no intentar-ho?
Finalment, suggereixo un primer pas cap a l'abolició de les presons que, per descomptat, seria el de la prevenció mitjançant el reforç de la responsabilitat de les famílies —sobretot s'alliberessin de la xacra de l'explotació, la precarietat i les jornades laborals extenuants— en l'educació en valors ètics dels menors, de la implicació en aquest mateix sentit de la gent del veïnat o del barri  i, sobretot, amb el compromís de l'Escola, una institució que ara mateix es projecta cada vegada més en funció dels interessos de mercat que de les necessitats socials i individuals.
Jordi F. Fernández Figueras
Publicat a Diari de Terrassa, 15 de gener de 2020,
i a Catalunya, gener de 2020

martes, 18 de diciembre de 2018

LLUM DE LA SELVA [LUZ DE LA SELVA], UNA FILOSOFÍA DE LA VIDA (2018)


Llum de la Selva al Jardí de l'Amistat

LLUM DE LA SELVA, UNA FILOSOFÍA DE LA VIDA
El sociocentrismo es la creencia por parte de alguien de la superioridad moral de un grupo —al que pertenece— sobre otros grupos o sobre la ciudadanía en general a causa de sus presupuestos ideológicos. Para los sociocentristas queda fuera de toda duda que sus valores y costumbres son los únicos buenos y que todos los demás son intrínsecamente malos y execrables, y que hay que combatirlos hasta la erradicación. Exactamente así, sin matices.
El problema es que, aunque una ideología pueda tener realmente más rasgos provechosos que otras, si buena parte de sus seguidores acaban por adoptar una actitud de superioridad moral, la querrán inmutable y de esta manera, a largo plazo, no sólo la empobrecerán y petrificaran, sino que invalidarán en la práctica aquello que pueda aportar de bueno e incluso la harán derivar hacia un extremo opuesto. Un ejemplo de este fenómeno sería la divergencia entre dos actitudes procedentes de un mismo origen: la filosofía cristiana de la vida de un Francisco de Asís y la doctrina católica de un Tomás de Torquemada.
Semejante en cierto modo a Francisco de Asís fue Llum de la Selva [Luz de la Selva] (1877-1983), un librepensador, naturista, ecologista, vegetariano, feminista, animalista, no-violento y teósofo nacido en Barcelona. Sus padres adoptivos, jornaleros de la tierra que lo encontraron abandonado, murieron prematuramente y a los seis años tuvo que hacer trabajos del campo hasta los 14 años, cuando empezó a trabajar como estibador en el puerto. Allí conoció las ideas anarquistas que le llevaron en 1898 a integrarse a unas comunidades agrícolas de un cristianismo primitivo y libertario constituidas a imagen de las comunidades de los «doukhobors» rusos y nacidas bajo la protección de Lev Tolstói gracias a la mediación de Federico Urales. A partir de este momento ya lo largo de varias décadas participó en diversas iniciativas, asociaciones y revistas naturistas, libertarias y teosóficas; colaboró con pedagogos como Francisco Ferrer y Guardia y Albano Rosell; y promovió la fundación de las Comunidades de Espíritus Libres, la Asociación Protectora de Animales y Plantas y la Escuela de Trofoterapia.
Hacia el 1927 se trasladó a Sabadell y en 1932 compró con su compañera un terreno en Can Rull que convirtió en huerto y en escuela de naturosofia, abiertos a todos, sin linderos, bautizado como el Jardín de la Amistad. Allí vivió cerca de 50 años, sin abandonarlo casi nunca, rechazando el dinero, la electricidad y las máquinas, autosuficiente, comiendo sólo los frutos que obtenía de su huerto, siempre crudos —como hacía desde los diecisiete años—, y excepcionalmente, hacia el final de su vida, un poco de pan y queso que conseguía por intercambio.
Después de la posguerra, cuando incluso fueron perseguidas unas familias que se habían establecido en Can Rull y Ca n'Oriac y que seguían su ejemplo, quedó aislado, pero a mediados de la década de 1950 comenzó a recibir a numerosos visitantes que querían conocer su filosofía de la vida: inmigrantes recién llegados al barrio, monjes de creencias occidentales y orientales, jóvenes con inquietudes, viejos naturistas y personajes de renombre internacional como Lanza del Vasto, discípulo de Gandhi, y otros más conocidos en ámbitos locales como, por ejemplo, los egarenses «los Suris».
En 1980, fallecida su compañera, superados ya los 100 años y con su Jardín de la Amistad rodeado de bloques de pisos, unos amigos naturistas lo acogieron en la Galera (Montsià), donde murió plácidamente. No se le pudo dar de baja en el Registro Civil, ya que nunca había constado.
Dicen quienes lo trataron que era un hombre alegre y bondadoso, nada engreído, que no daba lecciones, que era poco amigo de grandes discursos y mucho de escuchar y dialogar con sus interlocutores.
Fue un hombre tan perfectamente humano con su filosofía de la vida que no cayó nunca en la rigidez dogmática. A pesar de ser vegetariano frugívoro, en alguna ocasión comió queso y harina elaborada; a pesar de ser animalista llevaba trajes de lana y cinturón de cuero, y en su juventud utilizó durante un tiempo una mula para cultivar la tierra ...
Los dogmáticos, rígidos y soberbios, además de provocar reactancia psicológica, son gente tóxica para los demás y para sí mismos. Por suerte la pluralidad acaba siempre imponiéndose y la vida humana se sigue desarrollando de manera dinámica mientras nosotros nos enfrentamos de manera creativa a su complejidad, los grandes conflictos entre naturaleza y cultura.
Jorge F. Fernández Figueras


Versión en castellano de un texto publicado 
en Diari de Terrassa, 7 de noviembre de 2018

domingo, 2 de diciembre de 2018

LLUM DE LA SELVA, UNA FILOSOFIA DE LA VIDA (2018)

Llum de la Selva al Jardí de l'Amistat

LLUM DE LA SELVA, UNA FILOSOFIA DE LA VIDA
El sociocentrisme és la creença per part d'algú de la superioritat moral d'un grup, al qual pertany, sobre altres grups o sobre la ciutadania en general a causa dels seus pressupostos ideològics. Per als sociocentristes queda fora de tot dubte que els seus valors i costums són els únics bons i que tots els altres són intrínsecament dolents i execrables, i que cal combatre'ls fins a l’eradicació. Així ben bé, sense matisos.
El problema és que, tot i que una ideologia pugui tenir realment més trets profitosos que altres, si bona part dels seus seguidors acaben per adoptar una actitud de superioritat moral, la voldran immutable i d'aquesta manera, a llarg termini, no tan sols l'empobriran i petrificaran, sinó que invalidaran a la pràctica allò que pugui aportar de bo i fins i tot la faran derivar cap a un extrem oposat. Un exemple d'aquest fenomen seria la divergència entre dues actituds procedents d’un mateix origen: la filosofia cristiana de la vida d’un Francesc d'Asís i la doctrina catòlica d’un Tomàs de Torquemada.
Semblant en certa manera a Francesc d'Assís va ser Llum de la Selva (1877-1983), un lliurepensador, naturista, ecologista, vegetarià, feminista, animalista, no-violent i teòsof nascut a Barcelona. El seus pares adoptius, jornalers de la terra que el van trobar abandonat, van morir prematurament i als sis anys va haver de fer feines del camp fins als 14 anys, quan va començar a treballar d'estibador al port. Allà va conèixer les idees anarquistes que el van portar el 1898 a integrar-se a unes comunitats agrícoles d’un cristianisme primitiu i llibertari constituïdes a imatge de les comunitats dels «doukhobors» russos i nascudes sota la protecció de Lev Tolstoi gràcies a la mediació de Federico Urales. A partir d’aquest moment i al llarg d'unes quantes dècades va participar en diverses iniciatives, associacions i revistes naturistes, llibertàries i teosòfiques; va col·laborar amb pedagogs com Francesc Ferrer i Guàrdia i Albà Rosell; i va promoure la fundació de les Comunitats d’Esperits Lliures, l’Associació Protectora d’Animals i Plantes i l’Escola de Trofoteràpia.
Cap al 1927 es va traslladar a Sabadell i el 1932 va comprar amb la seva companya un terreny a Can Rull que va convertir en hort i en escola de naturosofia, oberts a tothom, sense llindes, batejat com el Jardí de l’Amistat. Hi va viure prop de 50 anys, sense abandonar-lo gairebé mai, refusant els diners, l'electricitat i les màquines, autosuficient, menjant tan sols els fruits que obtenia del seu hort, sempre crus —com feia des dels disset anys—, i excepcionalment, cap al final de la seva vida, una mica de pa i formatge que aconseguia per intercanvi.
Després de la postguerra, quan fins i tot van ser perseguides unes famílies que s’havien establert a Can Rull i Ca n’Oriac i que seguien el seu exemple, va quedar aïllat, però a mitjan la dècada del 1950 va començar a rebre nombrosos visitants que volien conèixer la seva filosofia de la vida: immigrants acabats d’arribar al barri, monjos de creences occidentals i orientals, joves amb inquietuds, vells naturistes i personatges de renom internacional com Lanza del Vasto, deixeble de Ghandi, i d’altres més coneguts en àmbits locals com, per exemple, els terrassencs «els Suris».
El 1980, traspassada la seva companya, superats ja els 100 anys i amb el seu Jardí de l’Amistat envoltat de blocs de pisos, uns amics naturistes el van acollir a la Galera (Montsià), on va morir plàcidament. No se’l va poder donar de baixa al Registre Civil, ja que mai hi havia constat.
Diuen els qui el van tractar que era un home alegre i bondadós, gens cregut, que no donava lliçons, que era poc amic de grans discursos i molt d’escoltar i dialogar amb als seus interlocutors.
Va ser un home tan perfectament humà amb la seva filosofia de la vida que no va caure mai en la rigidesa dogmàtica. Tot i ser vegetarià frugívor, en alguna ocasió va menjar formatge i farina elaborada; tot i ser animalista portava vestits de llana i cinturó de cuiro, i a la seva joventut va utilitzar durant un temps una mula per conrear la terra...
Els dogmàtics, rígids i superbs, a més de provocar reactància psicològica, són gent tòxica per als altres i per a si mateixos. Per sort la pluralitat acaba sempre imposant-se i la vida humana se segueix desenvolupant de manera dinàmica mentre nosaltres ens enfrontem de manera creativa a la seva complexitat, als grans conflictes entre naturalesa i cultura.
Jordi F. Fernández Figueras
Publicat a Diari de Terrassa, 7 de novembre de 2018



domingo, 28 de octubre de 2018

POLÍTICS, INSULTS I CIVILITAT (2018)

Il·lustració de Malagón per al libro Mecagüen de Sergio Parra


POLÍTICS, INSULTS I CIVILITAT
Diuen que en la política parlamentària espanyola, des de mitjan el segle XIX fins a la Segona República, s'apreciava sobretot la capacitat oratòria: la claredat en la dicció, l'harmonia i l'expressivitat en l'entonació, la riquesa lèxica i retòrica, la utilització oportuna del gest corporal, la claredat conceptual i la capacitat de delectar, convèncer i commoure. És clar que el panorama no era uniforme, també existien els anomenats senglars, caracteritzats per una vehemència sorollosa, agressiva i xulesca, i els denominats filibusters, els qui en ocasió d'alguna votació que es preveia ajustada eren capaços de no dir res durant hores de xerrameca fins a aconseguir que alguns diputats oposats als interessos del seu partit abandonessin avorrits la cambra legislativa.
Diuen... sí, parlo de sentides i el que he sentit prové de manera indirecta i llunyana dels escassos assistents a aquells debats i dels qui van llegir alguna transcripció en la premsa escrita de l'època o sentir algun discurs a través de la ràdio. Avui la situació és molt diferent, qualsevol pot seguir en directe i amb certa freqüència les intervencions dels polítics al parlament gràcies als mitjans audiovisuals de comunicació. Per això sabem que l'estil senglar s'ha anat estenent durant les dues últimes dècades, tant en els hemicicles i els seus voltants i perifèries, on abunden les agressions verbals, les desqualificacions grolleres i les afirmacions calumnioses; com en certes tertúlies televisives, on resulta freqüent que periodistes i polítics substitueixin una possible i valuosa discussió de parers contraposats per un espectacle de lluita lliure desqualificativa.
Es pot considerar que l'insult, tan poc freqüent en les cultures tribals—ja que l'ofensa que s'infligeix en aquests contextos només pot rentar-se amb sang—, és a les cultures civils una simple i fins i tot saludable vàlvula d'escapament de l'olla a pressió de condicionants negatius a què estan sotmeses les classes populars.  En canvi, per a la classe dominant, i per als seus servidors, resulta innecessari perquè per resoldre els seus conflictes ja disposen dels serveis propagandístics dels mitjans de comunicació afins o, com a últim i nefast recurs, dels antiavalots i dels exèrcits. Llavors, ¿per quin motiu l'insult està a l'ordre del dia, especialment en l'àmbit polític de la dreta espanyola? ¿Potser perquè els espectacles esperpèntics televisats són seguits per milions d'espectadors i poden aconseguir més vots dels indecisos que els arguments raonables?
I m'he referit a l'àmbit polític de la dreta perquè crec no hi ha ningú a l'esquerra que, per exemple, superi barroeries com el de «puta barata podemita» que fa tres o quatre anys es va dedicar a una política socialista.
Fa poc un polític català, que potser vulgui emular l'oratòria d'aquests porcs salvatges de la política, va poder comprovar com encara el supera amb escreix algun d'aquests referents, quan Arcadi Espada li va dedicar un «mariconazo» —embolcallat amb altres perles pròpies d'un pinxo de barri baix— en un dels articles que perpetra habitualment.
Al meu parer, la cosa pitjor de l'insult emès per personatges públics, que haurien de ser un model de civisme, no està en l'ofensa adreçada al contrincant, a qui normalment no afectarà en absolut, sinó en la perpetuació de l'atac a la dignitat del col·lectiu de persones caracteritzades per l'apel·latiu utilitzat com a greuge. En els exemples que he esmentat, les putes i els maricons són gent a la qual es fa referència injustament com a paradigma del que és menyspreable.
Sens dubte, tota persona amb un mínim de civilitat és conscient que aquesta mena d'insults han d'eradicar-se; no obstant això, per algun motiu que no acabo d'entendre, altres insults no desperten el mateix grau de rebuig. Per exemple, «cafre» —utilitzat per Artur Mas (2011), David Fernàndez (2015) i Gonzalo Boyé (2018)—, que fa referència de manera denigrant a una ètnia bantú sud-africana que va patir especialment l'esclavitud i a la qual diuen que pertanyia un personatge tan respectable com Nelson Mandela. En cap cas vaig sentir que algú els ho recriminés i no aconsegueixo entendre aquesta benvolença inexplicable cap a un insult que no es pot tolerar i que amb aquests padrins podria arrelar de nou a la parla quotidiana. 

Jordi F. Fernández Figueras
Diari de Terrassa, 19 d'octubre de 2018

domingo, 30 de septiembre de 2018

INTELIGENCIA Y RAZÓN (2018)




Algunas personas de ciudadanía francesa y de lengua bretona, se han encontrado durante estos últimos años con que la legislación vigente de su propio país les impide inscribir en el registro civil sus criaturas con nombres como Prijañ, Frañseza o Derc'hen, y apellidos como Ronarc'h, Le Noac'h o Gwioñvarc'h. Y les ha sido imposible porque el funcionario responsable de realizar la inscripción les ha advertido que la letra ñ y el trígrafo c'h, propios del alfabeto bretón, no son reconocidos por el Ministerio de Justicia francés, que en una circular de 2014 remonta los argumentos para justificar este rechazo a una ley de 1794.
Del mismo modo y por idéntica razón a personas de cultura y lengua vasca les ha sido imposible inscribir a sus criaturas con nombres como podrían ser Iñigo o Ermine, y apellidos como Endañeta, Abendaño o Garoña.
E incluso parece que se negó la inscripción con el nombre de Martí a un niño de familia catalana porque la vocal i en francés no puede llevar nunca el diacrítico o acento gráfico que en catalán indica una pronunciación tónica y aguda.
La contrapropuesta por parte de la administración francesa a los padres ha consistido en inscribirlos suprimiendo la vírgula sobre la ñ, el apóstrofo de la c'h y la tilde de la i de estos nombres y apellidos propios de idiomas tan autóctonos de los territorios que forman Francia como el propio idioma francés
En fin, para entenderlo mejor, esta situación aplicada al contexto español se plasmaría en la prohibición de inscribir a un niño con el nombre de Llorenç o el de Sebastià y a una niña con el nombre de Estel·la, y en la propuesta absurda de hacerlo como Llorens y Sebastiá, y en el caso de la chica como Estela o Estella, por ejemplo.
Bueno, esa es la actitud rotundamente centralista —incluso en un tema que podríamos considerar menor, más allá del ámbito familiar— de uno de los grandes estados de Europa que según las fantasías de algunos debía mirar con complicidad y simpatía la causa independentista catalana o que ya estaba haciendo frente al empeño constitucionalista de los principales partidos políticos españoles.
¿Qué podía esperar el independentismo catalán de una Europa que sólo da soporte a la creación de nuevos estados cuando se ha tratado de destruir a otros, a fin de conseguir determinados objetivos geoestratégicos y económicos? Este sería el caso de la desintegración de Yugoslavia, un estado que, a diferencia de Rusia y sus satélites, recordémoslo, pese a declararse y ser socialista disfrutó durante décadas de una economía fuerte con un sistema productivo autogestionario —hasta la crisis mundial del petróleo (1973)—, que estaba constituido por una estructura federal (seis repúblicas y dos regiones autónomas) y tenía un proyecto confederalista, y que además era uno de los líderes del movimiento de países no-alineados (que no equidistantes, ¡eh!). En fin, con este perfil sin duda resultaba imprescindible que, para favorecer los intereses del capitalismo, Europa y EEUU no sólo apoyaran la confrontación entre los diversos nacionalismos presentes en ese estado, sino que atizaran la discordia hasta la exacerbación: había que acabar como fuera con Yugoslavia.
No creo que aquella situación sea extrapolable al contexto de España y Cataluña... Así que si los independentistas quieren alcanzar su objetivo será necesario que de entrada se dejen de optimismos ingenuos respecto al papel que puede desarrollar Europa y que confíen exclusivamente en su fuerza. Pero, cuando hablo de fuerza, no pienso en lo del «pit i collons!» [«coraje y cojones»] de los muy machos o en el escupir veneno por los colmillos de los charlatanes e impotentes o en la repetición extenuante de rituales y símbolos hasta vaciarlos de su capacidad comunicativa, sino en la cualidad a la que se refería el sabio chino Zhuangzi cuando dijo: «La victoria se alcanza cuando antes de empezar la batalla ya se ha ganado la guerra». ¡Esa cualidad es la inteligencia!
El mismo consejo es aplicable a quienes pretendan ganar la guerra desde el bando unionista. ¡Menos testosterona, menos bilis, menos liturgias rutinarias y más inteligencia!
Y si al uso de la inteligencia todos juntos añadieran el uso de la razón, tal vez nos podríamos ahorrar ir a la «guerra»...
 Jordi F. Fernández Figueras

Versión en castellano de un texto 
publicado en Diari de Terrassa, 27 de septiembre de 2018



lunes, 10 de septiembre de 2018

INTEL·LIGÈNCIA I RAÓ (2018)




INTEL·LIGÈNCIA I RAÓ

Algunes persones de ciutadania francesa i de llengua bretona, s’han trobat en el darrers anys que la legislació vigent del seu propi país els impedeix inscriure al registre civil les seves criatures amb noms com Prijañ, Frañseza o Derc'hen, i cognoms com Ronarc'h, Le Noac'h o Gwioñvarc'h. I els ha estat impossible perquè el funcionari responsable de realitzar la inscripció els ha advertit que la lletra ñ y el trígraf c’h, propis de l’alfabet bretó, no són reconeguts pel Ministeri de Justícia francès, que en una circular de 2014 remunta els arguments per justificar aquest rebuig a una llei de 1794.
De la mateixa manera i per idèntica raó a persones de cultura i llengua basca els ha estat impossible inscriure a les seves criatures amb noms com podrien ser Iñigo o Ermiñe, i cognoms com Endañeta, Abendaño o Garoña.
I fins i tot sembla que es va negar la inscripció amb el nom de Martí a un nen de família catalana perquè la vocal i en francès no pot portar mai el diacrític o accent gràfic que en català indica una pronúncia tònica i aguda.
La contraproposta per part de l’administració francesa als pares ha consistit en inscriure’ls suprimint la vírgula sobre la ñ, l’apòstrof de la c’h i l’accent gràfic de la i d’aquests noms i cognoms propis d’idiomes tan autòctons dels territoris que formen França com el propi idioma francès
En fi, per entendre’ns, aquesta situació aplicada al context espanyol es plasmaria en la prohibició d’inscriure un nen amb el nom de Llorenç o el de Sebastià i una nena amb el nom d’Estel·la, i en la proposta absurda de fer-ho com a Llorens i Sebastiá, i en el cas de la noia com Estela o Estella, per exemple.
Bé, aquesta és l’actitud rotundament centralista —fins i tot en un tema que podríem considerar menor, més enllà de l’àmbit familiar— d’un dels grans estats de l’Europa que segons les fantasies d’alguns havia de mirar amb complicitat i simpatia la causa independentista catalana o que ja estava plantant cara a l’obstinació constitucionalista dels principals partits polítics espanyols.
Què podia esperar l’independentisme català d’una Europa que tan sols dona suport a la creació de nous estats quan s’ha tractat de destruir-ne d'altres, a fi d’aconseguir determinats objectius geoestratègics i econòmics? Aquest seria el cas de la desintegració de Iugoslàvia, un estat que, a diferencia de Rússia i els seus satèl·lits, recordem-ho, tot i declarar-se i ser socialista va gaudir durant dècades d’una economia forta amb un sistema productiu autogestionari —fins a la crisi mundial del petroli (1973)—, que estava constituït per una estructura federal (sis repúbliques i dues regions autònomes) i tenia un projecte confederalista, i que a més era un dels líders del moviment de països no-alineats (que no equidistants, eh!). En fi, amb aquest perfil sens dubte resultava imprescindible que, per afavorir els interessos del capitalisme, Europa i els EUA no tan sols donessin suport a la confrontació entre els diversos nacionalismes presents en aquell estat, sinó que atiessin la discòrdia fins a l’exacerbació: calia acabar com fos amb Iugoslàvia.
No crec que aquella situació sigui extrapolable al context d’Espanya i Catalunya... Així que si els independentistes volen assolir el seu objectiu caldrà que d’entrada es deixin d’optimismes ingenus respecte al paper que pot desenvolupar Europa i que confiïn exclusivament en la seva força. Però, quan parlo de força, no penso en allò del «pit i collons!» dels molt mascles o en l’escopir verí pels ullals dels garlaires i impotents o en la repetició extenuant de rituals i símbols fins a buidar-los de la seva capacitat comunicativa, sinó en la qualitat a què es referia el savi xinés Zhuangzi quan va dir: «La victòria s’assoleix quan abans de començar la batalla ja s’ha guanyat la guerra». Aquesta qualitat és la intel·ligència!
El mateix consell és aplicable als qui pretenguin guanyar la guerra des del bàndol unionista. Menys testosterona, menys bilis, menys litúrgies rutinàries i més intel·ligència.
I si a l'ús de la intel·ligència tots plegats afegissin l’ús de la raó, potser ens podríem estalviar anar a la «guerra»...
 Jordi F. Fernández Figueras

Publicat a Diari de Terrassa, 27 de setembre de 2018

viernes, 7 de septiembre de 2018

NOMENCLÀTOR URBÀ TERRASSENC I REPUBLICANISME (2018)




NOMENCLÀTOR URBÀ TERRASSENC I REPUBLICANISME

Tinc el convenciment que la majoria de terrassencs i terrassenques o bé són contraris a la monarquia o bé no tenen cap interès especial en que segueixi existint aquesta institució antidemocràtica. També penso que cap partit dels que es troba present al consistori municipal és monàrquic; alguns són clarament contraris i els altres, encara que parlin de la constitucionalitat de la monarquia, crec que en realitat no deuen tenir tampoc cap interès perquè Espanya sigui un Regne. Qui pot defensar que el sistema de govern de l’estat sigui la monarquia parlamentària quan el més lògic és desitjar un govern encapçalat pels més capacitats i no per qui té l’únic mèrit de ser fill del seu pare?

Amb aquest convenciment m’atreveixo a demanar a les forces polítiques municipals que, prèvia consulta amb les associacions de veïns i veïnes, i dels veïnats de les vies urbanes implicades, es plantegi el canvi de nom d’aquells carrers, places i avingudes de la nostra ciutat que facin referència a la monarquia i als seus coadjuvants. Així avançarem, encara que sigui un pas minúscul, cap a un sistema de govern republicà.

Per exemple, es podria canviar de nom carrers com el d’Amadeu de Savoia, tot i que aquest rei va tenir el detall de renunciar a la corona quan va comprendre que no se l’estimava i, a sobre, l'exèrcit li havia demanat que prescindís del Parlament; els dels Comte Borrell i Comte Guifré, ja que els senyors feudals van ser opressors dels camperols, cal explicar-ho?; el de la Duquessa de la Victòria, esposa del general Espartero, príncipe de Vergara, duque de la Victoria, duque de Morella, conde de Luchana i vizconde de Banderas; el de l'Emperadriu Eugènia, perquè quin sentit té dedicar-li un carrer a qui va ser esposa de Napoleó III, l’últim rei de França; el de Felip II, un emperador, d’ofici les seves guerres per tota Europa, les seves repressions i els seus impostos; el de l’Infant Martí, que no era pas un nen de Ca n’Aurell, sinó un noble català que per ser rei va portar la guerra a Sicília; el de Joan d’Àustria, fill bastard d’un rei i executor de repressions contra el poble pla; el de Sant Ferran, rei de Castella, fundador de la Universitat de Salamanca, però també qui va guerrejar per conquerir territoris i repartir-los entre la noblesa i l’Església, i tant sant que va ser capaç de robar a les seves germanastres; el de Vázquez de Mella, comte i polític monàrquic; així com també el del Passeig del Comte d’Egara, per la doble condició d’Alfonso Sala de monàrquic i aristòcrata; i el de l’avinguda de Jaume I, per ser aquest rei el primer promotor de la Inquisició a la península i el responsable de la matança de gairebé la meitat de la població autòctona de Mallorca, un personatge ben sinistre, capaç de fer tallar la llengua a un bisbe que el va criticar.

De ben segur que si la filosofia que regeix el nomenclàtor de la nostra ciutat vol representar una imatge fidel de la realitat i de la forma i voluntat de ser de la seva ciutadania, aquest canvi és necessari.

En el seu lloc es podrien posar nom de personatges i institucions —tant locals com d’uns àmbits geogràfics més amplis— destacables per la seva exemplaritat o mèrits com, per exemple: Salvador Alavedra, artista plàstic, erudit i mecenes d’artistes i escriptors; Averrois, filòsof, metge, matemàtic i astrònom; Aurora Díaz-Plaja, escriptora i bibliotecària; Maria Dolors Bargalló, política antifeixista i feminista; Maria Bigordà, obrera terrassenca i activista pels drets socials, econòmics i polítics; la Federació Obrera de Terrassa, la primera organització sindical de la nostra ciutat; Edward Jenner, metge i immunòleg; Maimònides, filòsof, metge i astrònom; Josep Padilla, obrer terrassenc, sindicalista i lluitador antifranquista; José Parra, un futbolista terrassenc amb un estil de joc avançat al seu temps; el Gremi d'Artistes, una entitat terrassenca que aglutinava artistes plàstics, arquitectes, músics i escriptors; Isabel Vilà, mestra i la primera sindicalista catalana coneguda; i Natividad Yarza, mestra i primera alcaldessa d’Espanya elegida democràticament, l'any 1934.
Jordi F. Fernández Figueras

Publicat a Diari de Terrassa, 13 de setembre de 2018

domingo, 18 de febrero de 2018

EGOISTES ETERNS O PERSONES FERMAMENT HUMANES? (2018)




EGOISTES ETERNS O PERSONES FERMAMENT HUMANES?

El Roc Padró, un xicot de Terrassa que no fa gaire va fer una estada a Colòmbia com a membre d'un grup de recerca sobre sistemes agraris sostenibles, em va explicar una història que hi va viure.

En una comunitat d'un miler d'habitants, tots afrodescendents, establerta a la vora d'un riu de la Vall del Cauca, es va trobar que feien una assemblea per decidir si es permetia o no el conreu de coca. En diverses assemblees anteriors havien decidit no permetre-ho, però una cinquantena d'homes —sens dubte temptats pels paramilitars establerts a la zona— es va mostrar contrària i havia convocat una nova trobada per reconsiderar el tema. Quan es va ratificar la decisió presa, un representant dels disconformes es va adreçar als membres del consell comunal d'aquesta manera: «Aténganse a las consecuencias...».

A les nostres terres, aquesta advertència podria suposar l'amenaça d'una campanya mediàtica de desprestigi o una denúncia davant la justícia; ara bé, a Colòmbia i, en concret, en un poble on feia pocs anys la incursió d'uns paramilitars havia provocat una desena de morts, era una amenaça de mort clara.

Com que els membres del consell, majoritàriament dones d'edat madura, es van quedar callats, impassibles, davant l'advertiment inquietant, el Roc va preguntar al membre de l'Instituto d'Estudios Interculturales de Cali que l'acompanyava  els motius del seu silenci: «¿Cómo es que no contestan nada?». La resposta va ser:  «El mandato de la asamblea es irrevocable y ellos tienen asumido que morirán, si es preciso, por defenderlo».

Just llavors una noieta d'uns 12 anys va prendre la paraula:  «Hemos acordado que no se plante más coca, pero lo fundamental para nuestra comunidad es cómo vamos a reincorporar a nuestra convivencia a quienes quieren plantarla». Davant aquesta intervenció inesperada, els partidaris de conrear coca van debatre entre ells breument i van acabar acceptant la decisió majoritària i prometent que als seus camps tan sols hi plantarien plataners.

Tot molt maco, però potser tan sols de moment, oi?, perquè qui ens diu que, com a escarment, d'aquí a un cert temps els paramilitars o els narcos no  donin una mort afrosa a alguns dels membres del consell comunal o a la noieta de 12 anys?

Sens dubte, aquesta gent pot morir de manera prematura, violenta i cruel, però, mentre són vius, viuen amb un alt grau de coratge i de noblesa, de compromís amb la seva comunitat, de fidelitat a la sobirania popular, que els fa envejables. Potser, en el seu context, importa més la qualitat dels valors que donen sentit a l'existència que la quantitat de temps que dura.

Si aturem el tràfec de la nostra vida quotidiana per pensar-hi, la idea de la mort, de l'acte de morir, el destí comú de tots, ens pot produir un gran desassossec. Desaparèixer, no gaudir més dels afectes, de la bellesa, dels plaers sensorials, del pensament...

Oh, però potser no tothom gaudeix de la vida! De fet, a l'Edat Mitjana, quan no s'ignorava com nosaltres ho fem la presència de la mort,  els textos que acompanyaven les anomenades danses macabres expressaven amb claredat que, entre els qui patien la vida des de la pobresa i sota l'opressió, imbuïts de cristianisme i de la seva promesa de beatitud en una vida eterna per als justos, se la considerava alliberadora i igualitària: l'usurer cabalós, el guerrer cepat, el dignatari eclesiàstic, el noble o rei poderós, el serf... tots eren tractats sense distinció.

Ara, als nostres dies, sovint se sent dir que, gràcies a la millora tecnològica contínua de la naturalesa humana, algun dia no gaire llunyà s’aconseguirà la immortalitat, i que alguns multimilionaris ja inverteixen en el desenvolupament biotecnològic que els permeti assolir la vida eterna.

Sí, és lògic que alguns privilegiats vulguin gaudir perpètuament del poder i els cabals immensos que han acumulat en una societat inhumana —la del sistema capitalista— que sens dubte també voldran que sigui eterna. El seu concepte de millorament de la naturalesa humana parteix d'un individualisme absolutament egoista, ni de lluny poden pensar en una millora que passi per canviar un sistema econòmic creador d'angoixa, en una millora que signifiqui un enfortiment del sentiment de comunitat.

Vist això, no puc més que envejar la voluntat ferma que hi ha rere la lluita contínua i quotidiana, rere la riquesa que impregna la vida dura i curta dels qui alguns consideren primitius.

I vosaltres, què en penseu?

Jordi F. Fernández Figueras



domingo, 10 de septiembre de 2017

DOBLE MORAL I MITES NACIONALISTES (2017)



«Assalt a l'harem» (1887), de Ricardo Anckermann (Palma, 1842-1907). Representa, com és evident, l'assalt dels cavallers cristians del rei 
Yaqmu al-Barsaluni a l'harem del valí de Mayūrqa


DOBLE MORAL I MITES NACIONALISTES

Des de fa uns anys, quan arriben aquestes dates, he pogut advertir una mostra de doble moral en algunes persones properes a l'esquerra independentista, concretament aquelles que feliciten a les xarxes socials els seus amics valencians per la celebració del nou de octubre, la Diada Nacional del País Valencià, per injuriar poc després els espanyols que s'obstinen a celebrar l'onze d'octubre, el Día de la Hispanidad, data en què es va donar inici a la tràgica colonització de les terres americanes per part dels conqueridors enviats per la monarquia castellana.

¿Ignoren aquestes persones que la conquesta de les terres valencianes impulsada per Jaume I el Conqueridor va implicar la seva colonització per catalans i aragonesos després de l'expulsió o desplaçament a terres pitjors de bona part de la població autòctona? ¿Pot reivindicar-se amb orgull l'acció d'un rei que per augmentar el seu poder i patrimoni personal envaeix i colonitza unes terres alienes i gairebé simultàniament denunciar l'acció d'altres reis que van actuar de forma similar? Es veu que sí.

És clar, aquesta incoherència sembla inevitable en els qui de manera inconscient consideren lliure de tota sospita el rei català perquè és el dels «nostres» i reus de tots els crims d'espoli i violència als monarques castellans perquè són els dels «altres», ignorant a més la premissa que en realitat Jaume I no era dels nostres, sinó que, més aviat, de manera directa o mediada, els nostres avantpassats formaven part del seu patrimoni.

L'existència d'aquest criteri patrioter entre persones que es consideren d'esquerres té una certa tradició, no en va el 1931, des de les institucions republicanes, es destacava el caràcter «democràtic» de Jaume I. La tendència a lloar-lo s'expandeix en l'actualitat a altres àmbits, fins al punt que sembla que alguns hagiògrafs han arribat a qualificar-lo de «feminista» (potser feminista a l'estil de Juan Carlos I el Bonachón?).

Taula central superior del retaule «Centenar de la Ploma» (circa 1400), de Marçal de Sax. Representa la Batalla del Puig (1237), decisiva per a la sort final de la ciutat de València, en la qual es diu que van morir milers de musulmans. Al centre de la imatge es poden veure Jaume I el Conqueridor i Sant Jordi en acció

Cal reconèixer en descàrrec del despropòsit de celebrar des de l'esquerra la conquesta de València que, almenys, no va comportar una massacre com la que es va produir durant la invasió de Mallorca, on es va exterminar al 40% de la població autòctona. Sens dubte, l'edat va apaivagar el furor sanguinari del monarca... l'edat o el record de l'epidèmia de pesta que va afligir les tropes invasores davant la impossibilitat de gestionar la inhumació de la gran quantitat de cadàvers dels autòctons víctimes de la conquesta, i la certesa que resultava més rendible vendre com esclaus els vençuts o, encara millor, explotar-los com serfs.

És clar que hi ha qui justifica la conquesta de Mallorca argumentant que era un focus de pirateria... Com si en aquella època la pirateria no fos una de les principals activitats econòmiques de tots els pobles de la Mediterrània, inclòs el català.

Tampoc em sembla vàlid l'argument que, al cap i a la fi, el rei Jaume I va arrabassar València als invasors àrabs. Si ens posem etnicistes, hauríem de considerar que —tret de la noblesa de tots dos bàndols, d'orígens forans més o menys distants—, tant els valencians com els catalans i aragonesos, tot i que de religió diferent, sembla que eren majoritàriament d’allò que anomenem ètnia hispanoromana... A més, el Conqueridor no seria el personatge més adequat perquè se'l pugui considerar un natiu pur davant d'uns monarques valencians invasors, ja que en les seves venes es barrejaven sangs normanda, franca, eslava i magiar... amb la visigoda.

En fi, potser calgui aplicar la damnatio memoriae a tots aquells conqueridors esborrant els seus noms dels carrers o enderrocant els monuments que se’ls ha dedicat; ara bé, si es comença aquesta tasca, que sigui amb tots, sense discriminar-los per raó de la seva nacionalitat. No trobeu?


Jordi F. Fernández Figueras

Publicat a Diari de Terrassa, 11 d'octubre de 2017


martes, 5 de septiembre de 2017

UNA CULTURA INFANTIL PERDUDA (2017)




UNA CULTURA INFANTIL DE CARRER

«Por mi parte, asistí a muchas horas de clase en mi tiempo. [...] aunque no me privaría con gusto de tales migajas de ciencia, no las tengo en tanta estima como otros retazos de conocimiento que adquirí en mis ratos de ocio en plena calle. No es este el momento de extenderme en hablar de este poderoso lugar de educación —la calle— que fue la escuela favorita de Dickens y Balzac y que hace cada año muchos oscuros maestros de la vida».

Virginibus puerisque, Robert Louis Stevenson (1881)

Arribat a Terrassa tot just després de les riuades, vaig viure a la carretera de Martorell, cantonada amb el carrer d’Arquímedes, a casa de la meva àvia. A la vorera, llavors eren molt amples, jugàvem a saltar i parar i ens esbargíem amb altres entreteniments similars fins que un dia van eixamplar la calçada per afavorir el trànsit dels vehicles i les van deixar tal com són ara, tan esquifides que ja ni els adults podien seure-hi en cadires els capvespres d’estiu per petar la xerrada amb els veïns i transeünts.

Tot i això, els automòbils encara no eren un problema. Al carrer de Watt, amb un amic, utilitzant la gran paret de la part posterior del cinema Doré com a frontó, fèiem partides de saco amb pilotes casolanes i no recordo haver hagut d’interrompre mai una partida pel trànsit, ni tan sols que un cotxe aparcat ens destorbés. Per jugar no calia gran cosa, una piloteta de goma de les que regalaven al comprar una sabates era ideal, però també t’ho passaves pipa amb unes xapes d’ampolles de refresc, un bassal al carrer i quatre pedres, uns botons d’abric, una goma elàstica, uns avions fets amb paper, una caixa de formatgets, unes peces de xavalla, unes llavors de bedoll… i una mica d’imaginació.

I Sant Joan? La meravella de les fogueres —aquelles fogueres immenses— i la seva especial lluminositat, reflectida a les cares del qui les envoltaven. I la il·lusió del nanos que uns dies abans anàvem arreplegant trastos vells per cremar. Entre els artefactes pirotècnics, jo sentia una especial predilecció per les pedres fogueres i sobretot pels mistos garibaldi, que enceníem i deixàvem petar entre les mans formant una mena de caçoleta. 

Un altre amic vivia al final del carrer de Volta, en una casa solitària, i just entre la seva casa i la riera enclotada —ara l’Avinguda d'Àngel Sallent— hi havia un descampat de terra argilosa ocupat per un gran bassal on jugàvem a veure qui feia rebotar més vegades pedres planes sobre la superfície de l’aigua… però quan els seus pares no estaven al cas les tiràvem cap els nanos que vivien a l’altre costat de la riera —cap a un indret de cases disperses que llavors es deia el Barrio de las Latas i que ara forma part de La Maurina—, però ho fèiem sense malvolença, com qui diu, per esport.

Altres jocs també els haurien desaprovat els nostres pares si haguessin sabut que els practicàvem. Un, per exemple, era dibuixar amb un guix pispat a l’escola una diana a una porta vella de fusta i fer punteria utilitzant els compassos. Aquest entreteniment no agradava gens als propietaris de les portes, clar, com un dia ens va fer saber entremig d’una allau de recriminacions una àvia enfurismada del barri que ara anomenem del segle XX i que llavors o no tenia nom o l’amic que vivia a l’última casa del carrer de Roger de Llúria ni el sabia.

Quan un parell anys més tard vaig anar a viure al carrer de Joaquín de Paz, cada dia dels mesos de bonança, a la sortida de l’escola, després de berenar i fins a l’hora de sopar, una bona colla de nois celebràvem competicions d’atletisme de pa sucat amb oli o jugàvem partits de futbol amb balons  de marca no t'hi fixis, i els dissabtes a la tarda anàvem sota el pont del Passeig  per jugar amb pilotes de cuiro barrejats amb gent d’altres barris.

La urbanització de la ciutat en funció de la mobilitat dels automòbils i el triomf de la televisió com a mitjà d'oci van acabar amb aquell nostre món de jocs al carrer. El 1969 vaig anar a viure al barri de Vallparadís i els vespres d’estiu, assegut a la porta del meu bloc, sol, podia sentir el gran cor de les veus de totes les televisions sortint a l'uníson de les finestres dels habitatges del barri.

Si el trànsit i la televisió van fer molt per allunyar els infants i adolescents dels carrers, una dècada després es va afegir la por dels adults a la heroïna, als heroïnòmans i a la petita delinqüència juvenil; i una altra dècada després la irrupció i generalització dels videojocs  van acabar de convertir els carrers en un simple espai de trànsit. En una vintena d'anys es va dir adéu a aquella llibertat, ni que fos petita, al joc lliure i espontani, a la socialització en contacte amb nois i noies de tota mena i condició social... i es va donar la benvinguda als espais urbans infantils de cartró pedra, a les activitats extraescolars, a la soledat...

I internet? Almenys la televisió es veia en família i alguns programes eren objecte de conversa, ara molts nois i noies s'enfronten a la pantalla en solitari. Els jocs al carrer segurament tenien els seus perills —un perills diferents dels que corren els infants d'ara amb els seus jocs virtuals—, però a més de fer-nos feliços, a la majoria ens educaven socialment i emocionalment, ens ensenyaven a gestionar i solucionar conflictes.

Enyoro aquella ciutat feta a la mida de les persones, aquella cultura de carrer...

Jordi F. Fernández Figueras



Publicat a Diari de Terrassa, 29 de setembre de 2017