A veces, de tanto en tanto, paso frente a aquella casa, en una calle
silenciosa y solitaria, una vivienda típica de la vieja Grisalla, una casita de
planta baja, ahora con la puerta polvorienta y la ventana siempre cerrada.
Una noche de verano,
hace muchos años, mientras vagábamos sin rumbo fijo, de aquí para allá, pasamos
por ese barrio y un chico que nos acompañaba —un poco contra nuestra voluntad— preguntó
si le podíamos esperar un momento, que iba a invitar a una amiga que vivía allí
mismo a acompañarnos.
Llamó a la puerta y casi al instante una muchacha la abrió. Mientras
los demás les mirábamos con curiosidad y cierto disimulo, en el mismo portal de
entrada, algo cohibido y con voz confusa, le pidió que viniera a dar una vuelta
con nosotros.
Ella, con voz clara y alta, le dijo que no y cuando el chico intentó
susurrarle algo, sin más explicaciones, sólo con un gesto apacible, le invitó a
salir de su casa.
Era una muchacha de belleza deslumbrante. ¿Cómo es posible —pensé— que
jamás la haya visto hasta ahora? Y seguimos deambulando: él cabizbajo, y todos
silenciosos.
No podía alejar mis pensamientos de la muchacha: la cabellera
radiante, la mirada clara, los labios encarnados, el gesto firme…
Algunas noches después, a obscuras, tendido en la cama, empecé también
a rememorar el contexto: la penumbra del pasillo, el perfume de jazmines que
llegaba de un patio entrevisto, una canción suave y susurrada…
Han pasado muchos, muchos años, y he pasado en este tiempo muchas veces
más frente a esta casa, ahora abandonada, y siempre que lo hago recuerdo
aquella breve historia de amor e indiferencia.
Él murió no hace mucho. Me dijeron que fue despidiéndose de sus
conocidos lleno de serenidad y que, a algunos, hasta les pidió perdón por posibles
viejas ofensas. Me sorprendió ese detalle. A veces no somos justos en nuestros
juicios sobre las personas.
Y nunca más volví a ver a aquella muchacha. Me pregunto que fue de
ella. ¿Murió ya también? ¿Vive aún en esta casa, eterna e inmarcesible, pues
era un puro fantasma? ¿O es quizá esa mujer madura de mirada cansina que se
cruza conmigo cada mañana sin que llegue a advertir su rostro?