El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 6 de septiembre de 2011

¡BURCAS DE HUMO! (2011)

La intuición... Fotografía de David Castro.



Parece que existe interés por parte de la Generalitat de Cataluña en crear un problema con los burkas. Porque, ante todo, me pregunto si hay tantas mujeres con burka en nuestras calles como para considerarlo un problema.
¿Tiene la Generalitat algún motivo razonable parar proponer su prohibición? De entrada soy partidario de respetar que los «recién llegados» mantengan libremente su identidad cultural en todos aquellos aspectos que no interfieran con la libertad de las otras personas y la fluidez de la convivencia. ¿No sería eso lo que desearíamos para nosotros, si fuéramos los migrantes?
Se atribuye la propuesta de prohibición a motivos de seguridad. ¡Ridículo! Desafío a cualquiera de los lectores o lectoras a que intente cometer un robo vestido con burka. Si, por ejemplo, se intentase robar un banco, en primer lugar no resultaría fácil controlar la situación con una visibilidad y una movilidad reducidas, ¿no es cierto? ¿Y huir? Debe ser difícil huir corriendo mientras se arremanga uno el burka con una mano y se sujetan la pistola y los fajos de billetes con la otra. Además, ¡qué fácil le resultaría a las fuerzas del orden identificar «el ladrón con burka» escondido entre una multitud!
Algunos argumentan que para una mujer es una prenda muy incómoda. No lo dudo, pero... ¿los movilizaría de forma parecida otro tipo de incomodidad como la que suponen unas zarpas largas y semejantes a las de una harpía o unas sandalias de tiras finas y tacón de diez centímetros?
Otras añaden una nueva razón al argüir que es una de las formas de manifestar la sumisión de la mujer en la cultura musulmana. De acuerdo, quizá sí. ¿Pero cuáles son las formas de manifestar la sumisión de la mujer en la cultura occidental? Llevar las uñas largas y pintadas de colores. Gastarse bastante dinero en operaciones de estética. Utilizar perfumes y cosméticos para seducir. Utilizar alianzas, nomeolvides y esclavas. Comprar vestidos y calzado de moda aunque sean caros, incómodos y poco saludables. ¿Las prohibimos también porque ponen de manifiesto que la mujer es vista por el macho occidental como un objeto de placer, lujo y ostentación? Alguien cree sinceramente que todas estas manifestaciones de «feminidad a la occidental» son fruto de la libertad de nuestras mujeres? Es preciso ser ingenuo. O aceptar despreocupadamente tradiciones y costumbres... tal como las aceptan las mujeres que utilizan burka o nikab.
Llegado a este punto, he de reconocer que no me gusta cruzarme con una mujer vestida con burka. Bueno, ¿y qué? Tampoco me agrada encontrarme con un grupo de chicas que celebra una despedida de soltera y me aguanto. Todavía me complace menos atravesar un espacio público en el que una turba de jóvenes bebidos y excitados celebra la victoria de algún equipo deportivo; en este caso no tan solo me he de aguantar, sino que me veo obligado a cambiar de ruta por prudencia.
¿Seguirá adelante la Generalitat por este camino? ¿Prohibirá primero los burkas y más tarde los disfraces de carnaval y los hábitos de las monjas?
Todo sea para que la gente se distraiga y no piense en los recortes en la enseñanza, en la destrucción de los servicios de la sanidad pública, en el futuro de miseria de nuestros jóvenes, en la tragedia de las familias desahuciadas, en la impudicia de los especuladores, en la pérdida definitiva de los valores democráticos, en la dictadura del Mercado... ¡Burkas de humo para distraernos!


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