El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


miércoles, 30 de septiembre de 2015

KOSOVO: LO QUE NO SE QUIERE RECORDAR (2015)



KOSOVO: LO QUE NO SE QUIERE RECORDAR

Durante las últimas semanas algunas personas han vuelto a manifestar en diversos medios su simpatía por la causa de los albaneses de Kosovo, provincia de Serbia desde el año 845 hasta el 2008, a raíz de unas declaraciones del filósofo y europarlamentario catalán Josep-Maria Terricabras al diario albano-kosovar Zëri el pasado 18 de agosto en las que se mostraba a favor de que la Unión Europea reconozca su declaración unilateral de independencia y exija a Serbia que la acepte como condición sine qua non para integrarse en la Unión.

Me pregunto si estas personas verían con agrado que, por poner un ejemplo hipotético, una etnia de la Europa oriental que hubiera llegado a ser mayoritaria en el Ripollès pidiera la independencia de la comarca, y se previera que cuando lo consiguiese haría pogromos contra la población minoritaria de etnia catalana y que derrocaría el monasterio católico de Santa María debido a su pertenencia al cristianismo ortodoxo. Eso sería similar a lo que se dice que los albaneses-kosovares hicieron vivir a los serbios de Kosovo. ¿Nos gustaría? Pensemos en ello, como mínimo, antes de hablar con tanto entusiasmo de la independencia de Kosovo, ¿verdad?

De todos modos, en lo que no hay que pensar mucho es en la condena más absoluta del artífice de esta independencia, el UÇK, el Ejército de Liberación de Kosovo, y no por haberse desarrollado gracias al apoyo de los servicios secretos alemanes y estadounidenses —en el contexto de la desintegración de Yugoslavia azuzada por los intereses de las grandes potencias occidentales y las instituciones financieras internacionales— ni por ser considerada un grupo terrorista por varios organismos internacionales —una condición por la que, por cierto, nunca fue perseguido ni sancionado—, sino por haber protagonizado de manera innegable, antes, durante y después de la guerra civil, crímenes comunes y de lesa humanidad: ataques militares contra civiles serbios, torturas a confinados en campos de concentración, saqueos y destrucción de hogares de serbios, gitanos y otras minorías étnicas, destrucción de lugares de culto cristiano, limpieza étnica, asesinatos de miembros de otras etnias y de albaneses disidentes, tráfico de heroína hacia Europa Occidental, tráfico de armamento, campañas de robos sistemáticos en viviendas en España, proxenetismo a gran escala, tráfico de órganos humanos procedentes de prisioneros... y vinculación inseparable con el crimen organizado. Acusaciones avaladas por informes de Human Right Watch, de Carla del Ponte, fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, de Michel Chossudovsky, miembro de la Transnational Foundation for Peace and Future Research y del Global Research - Centre for Research on Globalization, o de Dick Marty, destacado miembro de la Comisión Europea, más conocido por un informe en el que denunciaba que catorce estados europeos colaboraron en la creación y mantenimiento de cárceles secretas de la CIA en sus territorios.

Algunos niegan estas acusaciones argumentando que ningún líder del UÇK ha sido condenado por crímenes de guerra. Cierto, stricto sensu: por ejemplo, Ramush Haradinaj, ex líder guerrillero del UÇK y ex primer ministro de Kosovo, que había sido acusado de crímenes de guerra, fue absuelto después de la muerte en extrañas circunstancias de 9 de los 10 testigos que iban a declarar contra él y de que el décimo retirara su testimonio a raíz de un intento de asesinato.

Josep-Maria Terricabras podría haber aprovechar la ocasión para pedir a las autoridades albanesas-kosovares que se acabe la impunidad para los criminales de guerra de su etnia, ¿verdad ?, pero se ve que no se le ocurrió. Un olvido que quizás no me extrañaría en un político relleno de espíritu castrense, como un Federico Trillo, pero que sorprende en un miembro de la Sociedad Catalana de Filosofía.

Claro que, pequeñeces como ésta no me habrían de sorprender tras recordar cómo, cuando era secretario de la OTAN, el «pacifista» Javier Solana dio en 1999 el visto bueno para bombardear Serbia con miles de bombas de uranio empobrecido en una avalancha de ataques indiscriminados —iniciada unilateralmente por la OTAN y sin autorización previa del Consejo de Seguridad de la ONU—, decisión por la que recibió un montón de reconocimientos, elogios y honores por parte de organismos e instituciones internacionales.


Jordi F. Fernández Figueras

Publicado en catalán en Diario de Terrassa,

15 de septiembre de 2015

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