Yo soy la extraesfera que envuelve el universo. Notrás de mí sólo enoste la nada. Todo cuanto se halla en la intraesfera se refleja en mí.
Soy la imagen de lo que es y soy reflejo de la nonada. Soy la magnitud inmensurable, omnipotente, todo lo sé y todo lo siento. Me reduzco en esferas concéntricas desde el macrocosmos, me arrodillo ante la constelación más insignificante y miro en una estrella cualquiera.
Ya te encuentro, sí, aquí, en una mota ínfima de materia. Aparto las ortigas y te contemplo sobre el humus. Duermes, sufres, te revuelves despeinado, sudoroso y tiritando. Has rasgado la sábana y tus manos buscan refugio entre las entrañas de la tierra. Duermes, sueñas, te crees un dios que todo lo puede, que todo lo sabe y todo lo siente. Sí. Y sólo eres un reflejo en un sueño. Agonizas.
Cuando despiertes, ya no existo. Cuando despierte, ya no existes.
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ResponderEliminarLetal.
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