El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


sábado, 19 de marzo de 2011

NONADA (2004)


Yo soy la extraesfera que envuelve el universo. Notrás de mí sólo enoste la nada. Todo cuanto  se halla en la intraesfera se refleja en mí.
Soy la imagen de lo que es y soy reflejo de la nonada. Soy la magnitud inmensurable, omnipotente, todo lo sé y todo lo siento. Me reduzco en esferas concéntricas desde el macrocosmos, me arrodillo ante la constelación más insignificante y miro en una estrella cualquiera.
Ya te encuentro, sí, aquí, en una mota ínfima de materia. Aparto las ortigas y te contemplo sobre el humus. Duermes, sufres, te revuelves despeinado, sudoroso y tiritando. Has rasgado la sábana y tus manos buscan refugio entre las entrañas de la tierra. Duermes, sueñas, te crees un dios que todo lo puede, que todo lo sabe y todo lo siente. Sí. Y sólo eres un reflejo en un sueño. Agonizas.
Cuando despiertes, ya no existo. Cuando despierte, ya no existes.

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