El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


viernes, 16 de septiembre de 2011

DÉBIL, DISTRAÍDO Y DESPEINADO (2011)

 

Fotografia realizada por Jordi Gual el año 2009, en el café-bar
de Amics de les Arts i Joventuts Musicals de Terrassa.


Sí, soy débil. He pecado de falsa humildad, de lujuria, de ira… De avaricia, no. Pero esto último no tiene mérito, es una cualidad heredada. De todas formas, si pretendo haceros saber el porqué de Débil, distraído y despeinado, mi confesión no debería seguir por este camino.

La debilidad a la que me refiero es otra. Es la del junco que se inclina momentáneamente ante el viento, pero no se doblega. Una debilidad que en el fondo es fortaleza. ¿Hace falta decir más? Ese es el poderío que todavía aspiro a alcanzar algún día.

La distracción que menciono es contemplación, mirada interior.¿Cuántas veces no le he respondido el saludo a alguna persona cuando nos hemos cruzado, cara a cara, por la calle? Cierto, es que yo la miraba, pero no la veía. No es un problema oftalmológico, es que a veces mi cuerpo se desplaza guiado por su piloto automático mientras mi conciencia atiende a cuestiones de su mundo inmaterial.

¿Y lo de despeinado?  Ese calificativo se debe a que cuando era niño siempre estaba obsesionado por ir más que bien peinado, repeinado, así como por satisfacer otras manías relacionadas con la perfección corporal. Debí aceptar la imposibilidad de alcanzar una imagen ideal y comprender también que no vale la pena malgastar el tiempo en una belleza que depende de cánones que son cambiantes por su arbitrariedad y contra la que nuestro propio cuerpo se rebela por naturaleza. Despeinarme fue el principio de una liberación. (¿No hemos sido todos narcisistas en algún momento de nuestra adolescencia? Con el tiempo maduré un poco, como todos.)

Sin embargo, la frase Débil, distraído y despeinado, aunque pudiera que sirva para indicar algo real sobre mí, no fue fruto en sus orígenes de alguna reflexión propia realizada con ánimo sintetizador. La conjunción inicial de las tres palabras se produjo durante una reunión de trabajo, cuando alguien me calificó despectivamente de hombre débil porque no imponía mi criterio de forma incuestionable —aunque en realidad habría tenido que decir su criterio, el que ella intentaba imponerme— sobre el de otras personas. «Eres un hombre débil.» Tras un breve silencio, el tercer participante en la reunión quiso distender el ambiente y, con acierto, añadió: «Y distraído».

Como no era la primera vez —y aquella primera vez fue realmente un calificativo hiriente por su contexto íntimo— que escuchaba algo parecido surgiendo de los labios de una mujer: un cuestionamiento de mi hombría por ser amable y generoso… el epíteto no me cogió de sorpresa. Me lo tomé con humor y prosiguiendo con la distensión apostillé: «Y despeinado».

Las tres palabras estuvieron dando vueltas por mi cabeza —débil, distraído, despeinado— hasta que surgieron oportunas, de repente, percibidas con esas otras acepciones que he mencionado, el día que quise nombrar este sitio virtual describiéndome al mismo tiempo. Aceptadas, desplazaron de manera que creo afortunada a otros títulos posibles que, inmediatamente después de pensados, se me antojaron fatuos, realmente ridículos, falsos...

 

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