El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 31 de enero de 2012

¡COMO EL VIENTO! (2012)



Podrías vivir mil años —manifiesta el nigromante—, si quisieras, sólo habrás de tener fe ciega en el progreso de la técnica y aplicar tu razón a la ciencia…
Estúpido mago —le replica el sabio caminante—, no adviertes que tan larga existencia haría que la vida misma me resultase insoportable. Mi razón me dice que acepte con fortaleza y sosiego la brevedad de mi condición perecedera.

¿A cuál de ellos tomar como maestro?
¡Quién pudiera convertir los tristes días efímeros en largas jornadas fulgurantes! ¡Quién pudiera vivir mil años en un eterno renacer del entusiasmo y el arrebato!
Porque cansan las derrotas y fracasos, querríamos creer en los sueños y remontar el vuelo, pero no somos ángeles caídos, sino hijos de la tierra.

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